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¿Quieres Aprender a Orar?

En este momento en que nos disponemos en hacer un espacio de nuestro día para la oración, pensemos unos segundos en quien nos vamos a dirigir, es sobre todo a alguien que no vemos con los ojos de nuestro cuerpo, ni tocamos con nuestras manos físicamente, pero si lo sentimos habitando en nuestro interior y lo vemos con los ojos de la fe, lo tocamos con la voluntad cuando aceptamos seguirlo.

Hoy te invito a cerrar la puerta de tu mente y corazón al ruido y las distracciones, y tu Padre Dios, que ve en lo secreto, se te revelará.

«Maestro, enséñanos a orar», esta es una petición que constantemente hacemos, queremos aprender a orar, buscamos todo lo que nos ayude a orar. Jesús nos enseña directamente su respuesta en el Evangelio según San Lucas 11, 1 – 4; aquí nos da nuestra clase de oración. Si al día de hoy 2022 le preguntáramos a Jesús nos diría exactamente igual, «cuando ores di: Padre Nuestro.»

La oración que Jesús nos enseña lleva a nuestro corazón y nuestros labios a pronunciar la experiencia espiritual más grande que podemos hacer, llamar a Dios, Padre, y a pedir lo más grande que podemos pedir, Santificado Sea Tu Nombre, grande forma de comenzar a orar.

Pero probablemente mi experiencia, y quizás la tuya, es que la oración no es tan elevada ni tan santa desde un inicio y más bien mi oración comienza con el Padre Nuestro al revés.

No estoy sugiriendo cambiar el orden de la oración ni que a partir de ahora lo reces al revés, pero si te invito a hacer una experiencia que a mí en lo personal me ha ayudado mucho; de aprender a orar a partir de la realidad que muchas veces es lo que nos pone el corazón en un grito hacia Dios y que a partir de ahí nuestra vida se vuelve oración.

Terminamos el Padre Nuestro pidiéndole a Dios líbranos del mal, actualmente en el mundo en que vivimos experimentamos muchos males, si te cuesta empezar viendo a Dios como Padre en medio del mal, al menos sí podemos comenzar a orar pidiéndonos que nos libre, líbrame de este mal, libra a esta persona de este mal.

¡No me dejes caer en la tentación, líbrame y no me dejes! A veces es difícil empezar a orar para pedir que Dios sea santificado, pero experimentamos quizás más nuestra tentación que en la Santidad de Dios, ¿quieres aprender a orar?, pídele a Dios que te libre de caer en la tentación.

Perdona nuestras ofensas, un grado más en la experiencia de la vida y la oración, cuando experimentamos a Dios que nos libra del mal, que nos da la fuerza para no caer en la tentación, crecemos en humildad, crecemos en la experiencia de la fuerza de Dios y somos capaces de pedir que se nos perdone como también nosotros perdonamos, pues sabemos que los demás también sufren el mal y las tentaciones y nos hacemos más humildes y comprensivos, perdonamos y pedimos perdón porque nos vemos vulnerables en un mundo lleno de mal, de pecado, de tentación, pero descubrimos la gracia y aprendemos a perdonar y a pedir perdón.

Danos hoy nuestro pan, nos damos cuenta que para salir del mal y la tentación y permanecer en el perdón, necesitamos alimento y qué sencillo se nos hace orar cuando le pedimos a Dios el pan de cada día, la eucaristía, el sustento, lo que necesitamos para vivir.

Hágase tu voluntad, aquí la oración comienza a ser más sublime, ya no solo pedimos ser librados y alimentados, pedimos que se haga en todo la voluntad de Dios porque sabemos que Él buscará siempre lo mejor, el corazón se comienza a hacer como el de un niño confiado en los brazos de su padre.

Venga a nosotros tu reino, ya no solo queremos que se haga su voluntad, oramos queriendo todo lo que es de Dios, su reino de paz, de justicia, de amor, de mansedumbre, de gozo, de gracia. Ven, Señor, oramos pidiendo que venga, no solo que me libre, que me perdone, sino que venga, que se haga presente en mi vida y en la de los demás. La oración se hace una petición intensa de necesitarlo a Él y su gracia, Ven, Señor.

Y ahora, si Santificado sea tu Nombre, el corazón puede orar que sea santificado el nombre de Dios, que sea conocido, alabado, reverenciado, porque Dios en sí mismo lo es todo, y entonces brota del corazón, el inicio de la oración de Jesús; Padre y Padre Nuestro. ¿Cómo no va a ser un Padre el que nos libera?, el que busca en todo nuestro propio bien, el que nos protege, el que viene a nosotros con su reino. Por eso Jesús nos dice «cuando ores di: Padre»

Y ahora rézalo en orden, Padre, Santificado, ven, y da vueltas en tu corazón, como esta oración que ha brotado de la experiencia de un dolor o un mal, se convierte en confianza y experiencia onda de Dios en tu vida. ¡Así nos enseña Jesús a orar!

 

Autor: Desconocido.