Devoción de Don Bosco al Sagrado Corazón

Para Don Bosco, el Corazón de Jesús es la más grande expresión del amor y de la misericordia de Dios. Por eso, él es un “apóstol fervoroso” de su devoción. Se une así a una extraordinaria corriente de grandes promotores de esta devoción en la Iglesia (san Bernardo, san Juan Eudes, san Francisco de Sales, santa Margarita María de Alacoque, etc.).

De manera muy sencilla explica a pequeños y mayores el significado de dicha devoción. En vísperas de la celebración de su fiesta, en el año 1875, dice en las “buenas noches”, a los muchachos del Oratorio: “Esta fiesta pretende celebrar con un recuerdo especial el amor y la misericordia que Jesús manifestó a los hombres. Fue extraordinariamente grande el amor que Jesús nos tuvo en su encarnación y en su nacimiento, durante su vida y predicación, y particularmente en su pasión y muerte. Y como la sede del amor es el corazón, por eso se venera al Sagrado Corazón, como el término que sirvió de horno de este inconmensurable amor”. Venerar su amor misericordioso y reparar las ofensas que recibe, son los dos aspectos más destacados en esta devoción.

El mismo Don Bosco explica que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús existió en todos los tiempos; se remonta a la cuna del cristianismo, y se desarrolla prodigiosamente, desde el principio, porque el mismo Jesús quiso invitar a todos los hombres a ir a él y aprender de él, manso y humilde corazón; porque de su corazón brotó el don más excelente, el sacramento de la Eucaristía; porque en la cruz quiso abrir su corazón y mantenerlo misericordiosamente abierto para servir de refugio a todos sus hijos.

Don Bosco goza por el vigor y la pujanza que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús alcanza en su tiempo y exalta especialmente al gran papa León XIII que la impulsa y difunde “y no deja pasar circunstancia alguna sin hablar de ella y propagarla”. En este contexto sitúa él mismo el ofrecimiento que el Papa le hizo para construir la gran basílica de Roma, “primer templo del mundo dedicado al Sagrado Corazón”. En su edificación, pone Don Bosco todo su amor y toda su vida.

También en España queda el signo de su devoción y de su amor en el templo del Tibidabo de Barcelona. Cuando para perpetuar el recuerdo de su visita a la ciudad condal, se le ofrece la propiedad del monte Tibidabo a fin de que se levante un templo al Sagrado Corazón de Jesús, Don Bosco, después de agradecer la donación, dice: “Ahora que está casi terminada la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, hay que estudiar la manera de promover cada vez más la devoción del Sagrado Corazón de Jesús… Con vuestra ayuda surgirá pronto sobre este monte un santuario dedicado al Sagrado Corazón de Jesús; en él tendrán todos comodidad para acercarse a los santos sacramentos y se recordará por siempre vuestra caridad y la fe de la que habéis dado tantas y tan hermosas pruebas”. Así es. El Sagrado Corazón de Jesús se alza en la cumbre del Tibidabo, acogiendo con los brazos y el corazón abiertos a todos, dispuesto siempre a entregar su amor y misericordia entrañable.